“La chica, el dragón y el collar, fábula sobre el amor y el sacrificio”
En la moderna ciudad de Trendalia, donde la tecnología y el arte se fusionan en una sinfonía de colores y sonidos, vivía una chica llamada Luna. Luna era una chica muy especial, pues tenía el don de comunicarse con los animales. Le gustaba visitar el parque, donde podía hablar con las ardillas, los pájaros y los perros. Pero siempre tenía cuidado de no revelar su secreto, pues sabía que los humanos no entenderían su habilidad.
Un día, mientras paseaba por el parque, Luna vio algo que le llamó la atención. Era un pequeño dragón blanco con alas rojas, que estaba escondido entre unos arbustos. Luna se acercó con cautela y le habló con dulzura. El dragón le respondió con un suave gruñido. Luna se sorprendió al descubrir que el dragón también podía hablar con ella.
El dragón le contó que se llamaba Draco, y que se había escapado de un laboratorio donde lo habían creado con ingeniería genética. Le dijo que había huido porque lo trataban mal y lo usaban para experimentos. Le mostró el collar que llevaba, que tenía un chip que permitía al laboratorio rastrearlo y controlarlo. Le pidió que lo ayudara a quitárselo, pues le hacía daño y le impedía volar.
Luna sintió una gran compasión por Draco, y decidió ayudarlo. Lo llevó a su casa, donde vivía sola, y le dio de comer y de beber. Luego, con unas tijeras, cortó el collar y lo tiró a la basura. Draco se sintió aliviado y agradecido. Le dio las gracias a Luna y le dio un lametón. Luna le devolvió el gesto y le dijo que era su amigo.
Luna y Draco se hicieron muy amigos. Luna le enseñó a Draco todo sobre el mundo de los humanos, y Draco le enseñó a Luna todo sobre el mundo de los dragones. Se dieron cuenta de que tenían muchas cosas en común, y que podían aprender mucho el uno del otro. Decidieron quedarse juntos en la casa de Luna, viviendo felices y tranquilos.
Pero lo que Luna y Draco no sabían era que el laboratorio no se había olvidado de ellos. El laboratorio había detectado la señal del chip antes de que Luna lo cortara, y había enviado a unos agentes para capturarlos. Los agentes habían seguido el rastro hasta la casa de Luna, y habían esperado a que salieran. Entonces, los atacaron con redes y pistolas eléctricas.
Luna y Draco se vieron sorprendidos y asustados. Intentaron escapar, pero los agentes eran más rápidos y fuertes. Los atraparon y los metieron en una furgoneta. Los agentes planeaban llevarlos al laboratorio, donde los someterían a más experimentos y torturas.
Luna se sintió muy triste y enfadada. Se arrepintió de haber cortado el collar y de haber expuesto a Draco al peligro. Pensó que nunca volvería a ver el sol ni a sentir el viento en su pelo. Se resignó a su destino y esperó a que los agentes los llevaran.
Pero lo que Luna y Draco tampoco sabían era que aquel día habían hecho un amigo. Se trataba de un chico humano llamado Leo, que había visto a Luna y a Draco en el parque y le habían gustado su amistad y su valentía. Leo era un chico muy inteligente y hábil, que le encantaban los dragones y la tecnología. Leo había seguido a Luna y a Draco hasta su casa, admirando su relación y su personalidad. Y había sido testigo de cómo los agentes los habían capturado.
Leo no podía permitir que Luna y Draco fueran llevados al laboratorio. Sabía que Luna y Draco eran amigos, y que debían estar juntos. Así que siguió a los agentes hasta la furgoneta, y esperó a que se bajaran. Entonces, entró sigilosamente y liberó a Luna y a Draco. Les quitó las redes y les abrió la puerta.
Luna y Draco no podían creer lo que estaba pasando. Vieron a Leo y lo reconocieron como el chico que los había seguido. Se dieron cuenta de que Leo los había salvado y les había devuelto la libertad. Se sintieron muy agradecidos y felices. Le dieron las gracias a Leo y le dieron un abrazo. Leo les devolvió el abrazo y les dijo que era su amigo.
Leo les propuso un plan. Les dijo que tenía un lugar donde podían esconderse y estar seguros. Les dijo que tenía un avión privado, que había construido con piezas recicladas, y que podían usarlo para volar a un lugar lejano, donde nadie los molestaría. Les dijo que él los acompañaría, pues quería ser parte de su aventura.
Luna y Draco aceptaron el plan de Leo. Subieron al avión y despegaron. Volaron por el cielo, dejando atrás la ciudad y el laboratorio. Buscaron un lugar donde pudieran vivir en paz y armonía. Un lugar donde Luna pudiera hablar con los animales, Draco pudiera volar con libertad, y Leo pudiera crear con ingenio. Un lugar donde los tres pudieran ser amigos para siempre.
La verdadera moraleja de la historia de Luna, Draco y Leo es un himno al amor y al sacrificio. Mientras que la ambición y la crueldad solo traen dolor y opresión, la seguros de los agentes y del laboratorio. Les dijo que era el hijo de un científico que trabajaba en un centro de investigación sobre dragones, donde los trataban con respeto y cuidado. Les dijo que su padre le había contado que los dragones eran seres inteligentes y sensibles, que habían vivido en armonía con los humanos en el pasado, pero que se habían ocultado por miedo a la persecución. Les dijo que su padre tenía un refugio secreto en las montañas, donde había varios dragones que habían sido rescatados de situaciones similares a la de Draco. Les dijo que podían ir allí y vivir con ellos, y que él los acompañaría.
Luna y Draco se sintieron muy emocionados y esperanzados. Vieron en Leo a un amigo sincero y leal, que les ofrecía una oportunidad de tener una vida mejor. Aceptaron su plan y se pusieron en marcha. Leo les consiguió un coche y condujo por las carreteras hasta llegar a las montañas. Allí, les mostró un camino oculto que los llevó a una cueva. Dentro de la cueva, había un paraíso de vegetación, agua y luz. Y lo más importante, había otros dragones de diferentes formas y colores, que los recibieron con alegría y curiosidad.
Luna y Draco se sintieron como en casa. Conocieron a los otros dragones y les contaron su historia. Los otros dragones les dijeron que ellos también habían sufrido por culpa de los humanos, pero que habían encontrado un refugio y una familia en aquel lugar. Les dijeron que Leo y su padre eran los únicos humanos que conocían y que confiaban en ellos, pues les habían ayudado y protegido. Les dijeron que eran bienvenidos y que podían quedarse todo el tiempo que quisieran.
Luna y Draco se quedaron en el refugio de los dragones, y fueron muy felices. Luna pudo seguir hablando con los animales, y Draco pudo volver a volar. Luna y Draco se enamoraron, y formaron una pareja inseparable. Leo se quedó con ellos, y fue su mejor amigo. Leo les enseñó muchas cosas sobre la tecnología y el arte, y ellos le enseñaron muchas cosas sobre la magia y la naturaleza. Juntos, vivieron muchas aventuras y descubrieron muchas maravillas.
La verdadera moraleja de la historia de Luna, Draco y Leo es un himno al amor y al sacrificio. Mientras que la codicia y la crueldad solo traen dolor y opresión, el amor y el sacrificio solo traen felicidad y liberación. No importa si somos diferentes, si tenemos escamas o piel, si somos dragones o humanos. Lo que importa es lo que sentimos en el corazón, y lo que hacemos por los demás.
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"The Girl, the Dragon, and the Collar: A Fable of Love and Sacrifice"
In the modern city of Trendalia, where technology and art merged in a symphony of colors and sounds, there lived a girl named Luna. Luna was a very special girl, for she had the gift of communicating with animals. She enjoyed visiting the park, where she could converse with squirrels, birds, and dogs. However, she always took care not to reveal her secret, knowing that humans wouldn't understand her ability.
One day, while strolling through the park, Luna noticed something that caught her attention. It was a small white dragon with red wings, hidden among some bushes. Luna approached cautiously and spoke to it with sweetness. The dragon responded with a soft growl. Luna was surprised to discover that the dragon could also communicate with her.
The dragon introduced itself as Draco and shared that it had escaped from a laboratory where it had been genetically engineered. It explained that it had fled because it was mistreated and used for experiments. Draco showed Luna the collar it wore, which had a chip allowing the laboratory to track and control it. Draco asked Luna for help in removing the collar, as it caused pain and prevented it from flying.
Luna felt great compassion for Draco and decided to help. She took Draco to her home, where she lived alone, and provided food and water. Then, with a pair of scissors, she cut the collar off and disposed of it. Draco felt relieved and grateful. It thanked Luna and licked her. Luna reciprocated the gesture and declared that Draco was her friend.
Luna and Draco became close friends. Luna taught Draco about the human world, and Draco educated Luna about the world of dragons. They realized they had much in common and could learn from each other. They chose to stay together at Luna's home, living happily and peacefully.
But what Luna and Draco didn't know was that the laboratory hadn't forgotten about them. The laboratory had detected the chip's signal before Luna had cut it off and had sent agents to capture them. The agents had traced them to Luna's house and had waited for them to leave. Then, they attacked with nets and electric guns.
Luna and Draco were caught off guard and frightened. They tried to escape, but the agents were faster and stronger. They captured them and placed them in a van. The agents planned to take them to the laboratory, where they would subject them to more experiments and torture.
Luna felt very sad and angry. She regretted cutting off the collar and exposing Draco to danger. She thought she would never see the sun or feel the wind in her hair again. She resigned herself to her fate and awaited the agents to take them.
However, what Luna and Draco didn't know was that they had made a friend that day. It was a human boy named Leo, who had seen Luna and Draco in the park and admired their friendship and courage. Leo was a very intelligent and skillful boy who loved dragons and technology. He had followed Luna and Draco to her house, admiring their relationship and personalities. He had witnessed the agents capturing them.
Leo couldn't allow Luna and Draco to be taken to the laboratory. He knew they were friends and should be together. So, he followed the agents to the van and waited for them to exit. Then, he stealthily entered and freed Luna and Draco. He removed the nets and opened the door.
Luna and Draco couldn't believe what was happening. They saw Leo and recognized him as the boy who had followed them. They realized Leo had saved them and restored their freedom. They felt very thankful and happy. They thanked Leo and hugged him. Leo hugged them back and declared that he was their friend.
Leo proposed a plan. He had a place where they could hide and be safe. He had a private plane constructed from recycled parts and offered to fly them to a remote location where nobody would bother them. He would accompany them because he wanted to be part of their adventure.
Luna and Draco accepted Leo's plan. They boarded the plane and took off. They flew through the sky, leaving the city and the laboratory behind. They searched for a place where Luna could speak with animals, Draco could fly freely, and Leo could create with ingenuity. A place where the three of them could be friends forever.
The true moral of the story of Luna, Draco, and Leo is a hymn to love and sacrifice. While ambition and cruelty only bring pain and oppression, love and sacrifice bring happiness and liberation. It doesn't matter if we are different, if we have scales or skin, if we are dragons or humans. What matters is what we feel in our hearts and what we do for others.
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